El pastor Wilson Félix da Silva está siendo procesado por el Ministerio Público (MP) acusado de “incitación al odio contra las religiones afrobrasileñas” tras realizar una declaración en la que asociaba la creencia en Iemanjá con “deshonra y degradación”. La acción fue interpuesta por la Fiscalía Regional de Derechos de los Ciudadanos de Río de Janeiro, que alega que el pastor utilizó su posición como líder religioso para satanizar las religiones afrobrasileñas durante un servicio, publicado en internet.
La polémica surgió cuando el pastor reaccionó a la decisión de las autoridades de Mangaratiba, RJ, de incluir en el calendario oficial de la ciudad el evento “Águas de Axé”, celebrado el 20 de enero, con el objetivo de promover la cultura afrobrasileña y combatir el racismo y intolerancia. Durante su sermón sobre la “guerra espiritual”, el pastor supuestamente atribuyó a Iemanjá “todo tipo de males que puedan ocurrir” en la ciudad.
El Ministerio Público, a través del procurador regional de Derechos del Ciudadano de RJ, Jaime Mitropoulos, sostiene que la declaración del pastor constituye una discriminación contra las manifestaciones culturales afrobrasileñas, deshumanizando y estigmatizando esas religiones. El parlamentario solicita que se condene al pastor a pagar una indemnización de 100.000 reales por “violaciones de los derechos fundamentales”, al entender que su discurso afecta a “grupos históricamente vulnerables a la intolerancia religiosa y al racismo cultural”. Además, el fiscal ordenó el envío de una copia del video del sermón para investigación penal, al considerar que el pastor pudo haber practicado “discriminación o prejuicio por motivos de raza, color, etnia, religión u origen nacional”.
Este caso ocurre en un contexto más amplio de debates sobre la libertad de expresión religiosa en Brasil. Otro pastor, Yago Martins, se enfrentó a una situación similar cuando afirmó que, según la Biblia , todas las religiones paganas adoran a los demonios, incluidos el candomblé y la umbanda. Martins fue acusado de “racismo religioso”, pero el caso fue abandonado y el pastor declaró que el proceso era un intento de avergonzarlo.
Estos incidentes reflejan tensiones entre la libertad de expresión religiosa y la necesidad de proteger a los grupos religiosos minoritarios de discursos que podrían considerarse discriminatorios.