La semana pasada, un grupo asociado con una orden guerrera sij llevó a cabo un impactante ataque contra un pastor y otro cristiano durante un servicio religioso en Punjab, al norte de la India. Los atacantes, cuatro Nihang Sikhs, armados con espadas y cuchillos, atacaron al pastor Gurjeet Singh, también conocido como Gurjeet Rinku, y a su hermano menor, Gurdeep Singh, en la aldea de Sultanwind, distrito de Amritsar.
Según los informes, los atacantes justificaron su violencia con acusaciones de que los cristianos estaban realizando servicios religiosos y convirtiendo a los residentes. Daljit Kaur, esposa del pastor y testigo ocular, informó que los atacantes proferieron amenazas antes de lanzar el ataque: “También les advertimos antes que no dirigieran la iglesia y no convirtieran a la gente, pero no prestaron atención”.
Los atacantes continuaron atacando, utilizando un lenguaje grosero y abusivo, mientras acusaban a los cristianos de violar órdenes anteriores de cesar las actividades religiosas. Kaur reveló que el pastor había sido amenazado dos veces por los sijs de Nihang anteriormente, pero no había compartido las amenazas con ella para evitar preocupaciones.
Los hermanos fueron trasladados al Hospital Amandeep de Amritsar, donde inicialmente se les negó tratamiento debido a la gravedad de sus heridas. Más tarde, los trasladaron al Christian Medical College & Hospital en Ludhiana para cirugías de la mano.
Hasta el momento, los cristianos no han presentado denuncia ante la policía, pero planean hacerlo tan pronto como el pastor esté dispuesto a hacerlo. Mientras tanto, los líderes religiosos locales han expresado su indignación por el ataque y exigen una investigación y acciones justas contra los atacantes.
Este brutal ataque sirve como un sombrío recordatorio de los desafíos que enfrentan los cristianos en la India, que recientemente ascendió al puesto 11 en la lista mundial de vigilancia de persecución cristiana. La creciente hostilidad hacia las minorías religiosas ha provocado una escalada de violencia en todo el país, lo que genera preocupación entre los defensores de los derechos religiosos.