Eduardo Santos, padre de un ex santo que pasó más de tres décadas inmerso en el ocultismo, compartió su viaje de transformación y redención después del encuentro con Cristo.
Su historia comenzó cuando, cuando tenía 1 año, una enfermedad llevó a su madre a buscar ayuda de un curandero en la región de Manaos. El curandero afirmó que Eduardo había sido elegido por los espíritus y exigió que lo entregaran, amenazando de muerte y una maldición sobre la familia si no lo hacía. Aceptando este destino, Eduardo tuvo su primera experiencia de posesión a los 11 años y conoció el Candomblé, convirtiéndose en sacerdote a los 13.
A pesar de su vida en el ocultismo, Eduardo mantuvo a su esposa e hijo alejados de su práctica, reconociendo que no era un ambiente adecuado para ellos.
El encuentro del hijo, también llamado Eduardo, con el Evangelio a través de un grupo de jóvenes cristianos que compartían su fe mientras jugaban videojuegos, fue un punto de inflexión. Luego de asistir al grupo durante tres meses, el hijo decidió bautizarse, lo que generó conflicto con su padre.
Eduardo, resistiéndose al mensaje del Evangelio, incluso planeó sabotear el bautismo de su hijo, pero fue enfrentado por una fuerza sobrenatural cuando intentó ingresar a la iglesia, lo que le hizo reconsiderar sus acciones. Fue testigo del bautismo de su hijo y, impactado por este acontecimiento, decidió buscar a Cristo.
Después de un desafiante viaje espiritual, que incluyó ataques de espíritus malignos e intensa intercesión de cristianos, Eduardo finalmente aceptó a Jesús en su vida. Su testimonio transformador lo llevó a restablecer las relaciones con su familia y convertirse en misionero, compartiendo el Evangelio en lugares como Bolivia, Perú y Colombia.
Actualmente, Eduardo se dedica a predicar a los desamparados en las calles, mientras que su esposa e hijo están involucrados en el ministerio de adoración. Su vida es un testimonio del poder transformador de Cristo y de la esperanza que se encuentra en la fe.
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