En un reciente viaje misionero a Kenia, la misionera estadounidense Angi Magoulis compartió el Evangelio con una comunidad tribal que nunca había oído hablar de Jesucristo. El resultado fue impactante: después de la predicación, casi todos los presentes levantaron la mano en respuesta al llamado a rendirse a Cristo.

Angi, conocida por su trabajo en regiones remotas y no alcanzadas, visitó la tribu con la ayuda de un intérprete local. En un video publicado en sus redes sociales el 17 de enero, aparece sosteniendo una Biblia y predicando bajo los árboles, mientras los miembros de la comunidad escuchan atentamente. “Primera vez que oyeron hablar de Jesús. Amaban cada segundo escuchando la Palabra de Dios”, informó Angi en su perfil de Instagram.

La misionera describió el momento como un hito en su vida. “Este momento hace que todo valga la pena. Recen por mí. Llevaremos el Evangelio a nuevas tribus”, escribió.

El video y los relatos de Angi han recibido elogios de otros misioneros de todo el mundo, así como solicitudes de internautas en países como India y Pakistán, donde el cristianismo enfrenta persecución, para que ella también lleve el mensaje de Cristo a estas naciones.

Pueblos no alcanzados

Según datos del Proyecto Josué, una organización cristiana dedicada a mapear grupos no alcanzados por el Evangelio, aproximadamente 3.390 millones de personas, equivalentes al 42,5% de la población mundial, aún no han tenido acceso al mensaje de salvación. Actualmente, hay 17.443 grupos de personas consideradas no alcanzadas, 49 de ellas en Brasil.

La definición de “pueblos no alcanzados” se basa en criterios específicos, como la ausencia de iglesias, Biblias traducidas al idioma local y la presencia de menos del 2% de cristianos en la población.

Marv Newell, misiólogo de Missio Nexus, explica que estos grupos se caracterizan por los “tres no”: “No hay iglesias, no hay Biblias y no hay creyentes”. Muchas de estas comunidades se encuentran en regiones geográficamente aisladas, lo que dificulta el acceso y la difusión del Evangelio.

Más trabajadores en el campo

Ante este panorama, las organizaciones misioneras han intensificado sus esfuerzos para llegar a los pueblos más remotos del planeta. La Junta de Misiones Internacionales (IMB, por sus siglas en inglés), por ejemplo, está enviando 300 misioneros para localizar y compartir el Evangelio con los grupos no alcanzados. Muchos de estos misioneros son jóvenes de 20 años que dedican sus primeros años de ministerio a investigar y conectarse con estas comunidades.

Rees Morgan, uno de los misioneros enviados por la IMB, pasó un tiempo en Guinea y viajó a ocho países diferentes para investigar a 12 grupos de personas. “Mi papel es establecer el primer contacto con estas comunidades, creando oportunidades para que las iglesias locales y la iglesia mundial se involucren a largo plazo en sus vidas, llevando el Evangelio”, explicó Rees.

Otro ejemplo es la pareja Campbell y Elizabeth Bach, que trabajan en el sur de Asia, una región considerada la mayor concentración de personas no alcanzadas. “Hay más de 4 millones de personas por cada misionero de la JMI en la región. La necesidad de más trabajadores es inmensa”, dijo Campbell.

La experiencia de Angi Magoulis en Kenia y el trabajo de misioneros como Rees Morgan y el matrimonio Bach ponen de relieve la urgencia y la importancia de llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra. Como Jesús dijo en Mateo 9:37-38: “La mies es mucha, pero los obreros pocos. Por tanto, ruega al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”.

A medida que las organizaciones y las personas continúan respondiendo a este llamado, historias como la de la tribu keniana sirven como un poderoso recordatorio del impacto transformador del Evangelio y la necesidad de perseverar en la misión de alcanzar a todos los pueblos, tribus y naciones.

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